Se conoce como al-Andalus al territorio de la Península Ibérica y de la
Septimania bajo poder musulmán durante la Edad Media, entre los años 711 y
1492.
Los árabes
musulmanes, alentados por la idea de la "guerra santa", iniciaron
en el siglo VII una fulgurante expansión por el Oriente
Medio y el norte de África, llegando hasta las costas del océano
Atlántico.
Aprovechando
la crisis interna del reino visigodo, envuelto en una de sus
constantes luchas internas por el poder monárquico, tropas musulmanas,
compuestas por árabes y beréberes, cruzaron el estrecho de
Gibraltar en el año 711 iniciando la conquista de la península
ibérica.
Dirigidos
por el beréber Tariq , lugarteniente del gobernador
del Norte de África, Musa ibn Nusayr los musulmanes
derrotaron en la batalla de Guadalete (711) al último rey
visigodo, Rodrigo, que perdió la vida en el combate.
Animados por
aquel éxito, los invasores decidieron proseguir el avance por las tierras
hispanas, primero en dirección a Toledo, posteriormente hacia Zaragoza.
En apenas tres años, los musulmanes lograron
conquistar la mayor parte de las tierras hispánicas sin encontrar apenas
resistencia. Solo las regiones montañosas de las zonas cantábrica y
pirenaica escaparon a su control.
Junto a
los árabes, que ocupaban los puestos dirigentes, grupo bereberes del
norte de África engrosaron las filas de los invasores musulmanes.
El
Emirato (756-929)
Tras la
invasión musulmana, la mayor parte de la península ibérica se convirtió en una
nueva provincia del califato islámico (imperio musulmán), Al-Andalus.
Al frente de este territorio se colocó a un Emir o gobernador
que actuaba como delegado del Califamusulmán, por entonces
perteneciente a la dinastía Omeya, con capital en ciudad de
Damasco.
A mediados
del siglo VIII tuvo lugar un hecho clave. La dinastía Omeya fue
víctima de la revolución Abasí, familia que se adueñó del Califato.
Un miembro de la familia derrotada logró escapar, refugiándose en Al-Andalus,
donde, gracias a los apoyos que encontró, se proclamó emir. Se trataba de Abd-al-Rahman I (756-788), con quien
comenzaba en Al-Andalus el período conocido como emirato independiente,
debido a que acabó con la dependencia política de los califas abasíes,
que habían establecido su sede en la ciudad de Bagdad. Al-Andalus siguió
reconociendo al Califa Abasí como líder espiritual del mundo musulmán.
El Califato de Córdoba (929-1031)
Un importante paso en el fortalecimiento de Al-Andalus se dio en el año 929,
cuando el emir Abd-al-Rahman III (912-961) decidió
proclamarse Califa, cargo en el que confluían el poder
político y el religioso. “Nos parece oportuno que, en adelante, seamos
llamado Príncipe de los Creyentes”, se escribía en una carta que el nuevo
califa envió a sus gobernadores.
El Califa residía en el alcázar de Córdoba, situado junto
a la gran mezquita.
La crisis del siglo XI: los Reinos de
Taifas
En el año 1031.surgió un mosaico de pequeños reinos,
llamados de taifas expresión que significa
“banderías”.
De forma paulatinas las taifas o banderías de
Almería, Murcia, Alpuente, Arcos, Badajoz, Carmona, Denia, Granada, Huelva,
Morón, Silves, Toledo, Tortosa, Valencia y Zaragoza fueron independizándose del
poder central de Córdoba.
Estos pequeños reinos, mucho más débiles que el Califato, se mostraron
sumisos hacia los dirigentes cristianos, a los que entregaban unos tributos
llamados parias.
La unidad andalusí pudo reconstruirse con
el impulso que vino del norte de África, con las invasiones de losalmorávides y los almohades.
Pero, a partir de la derrota de estos últimos en las Navas de Tolosa (1212), el avance
cristiano fue imparable y la España musulmana acabó reducida al pequeño reino
de Granada.